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Dentro de mi están las miradas...

Hace unos meses tuve la oportunidad de viajar a Ghana para trabajar como voluntaria en una escuela de educación primaria en Koforidua y, sin duda, ha sido una de las experiencias más bonitas que he realizado en mi vida.


Un viaje así te invita a adentrarte en una vida muy diferente a la que estamos acostumbrados, te permite valorar más lo que tienes y te hace plantearte si realmente necesitas todo eso para vivir.


Cuándo hablo sobre mi experiencia en Ghana, la gente me dice que se me ilumina la mirada, y no lo dudo, porque todavía siento todo lo que ahí viví. Dentro de mi están las miradas y las sonrisas de los niños, sus abrazos, la amabilidad de la gente, su vitalidad, el ruido de las calles, los viajes en «tro tro», la música, los bailes...


En definitiva, dentro de mi se ha quedado Ghana y, por supuesto, su gente. No obstante, las condiciones de vida y la cultura son muy diferentes, y no es fácil la vida ahí, pero todo ello ha sido una fuente de aprendizaje y de superación personal increíble.


Respecto a mi labor como voluntaria en la escuela, fue apasionante. Ver las ganas que tienen los niños de aprender y el inmenso cariño que te dan, es una experiencia única.


Recuerdo un día que hicimos un taller de manualidades en el que construimos barcos de papel que posteriormente se transformaban en camisetas. Las caras de sorpresa de los niños al ver la transformación, sus gritos de alegría, sus risas, cómo se mostraban unos a otros sus creaciones... no podía creer lo que estaba viendo.


Tuve la suerte de vivir momentos únicos en la historia del país, como el tan ansiado cambio político, pero, sobre todo, tuve la inmensa suerte de conocer gente maravillosa que siempre van a formar parte mí y a los que espero volver a ver algún día.


Gracias a todos ellos. «Medaase»


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