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Una experiencia difícilmente superable

Una agradable música reggae me despertó por la mañana, me esperaba un día bastante duro, durmiendo poco ya que Wisdom me tenía preparado un planning para visitar Koforidua. Fuimos a visitar sus calles, sus mercados, sus barrios más marginales y hasta subimos a una pequeña montaña desde las que hay unas espectaculares vistas de la ciudad, tuvimos tiempo para conocernos bien y enfocar mis próximos días en la ONG. Después de pasar todo el día con él, te das cuenta lo buenísima persona que es y el gran corazón que tiene, en el no puedes ver ninguna maldad solo actos buenos. Volvimos a casa donde nos estaban esperando su mujer y dos chicas que están viviendo en su casa por lo que me enteré Wisdom las acogió cuando estaban en una situación bastante mala.

Me acuerdo de mi primer día en la escuela, me levanté lleno de ilusión, jamás imaginé cómo sería estar rodeado de 60 niños entre 2 y 8 años. En cuanto se fue wisdom y la profe, ya tenía a dos niños subidos por la espalda, 3 agarrados de un brazo, 5 tocándome el pelo y todos los demás mirándome queriendo tocarme y preguntándose porque yo soy blanco y ellos negros jaja unos minutos más tarde conseguí controlarlo un poco, son niños que te muestran un cariño extremo (probablemente todo el que les falte en sus casas) la mayoría vienen de familias con problemas o zonas muy muy pobres.

Después de comer voy a jugar un rato con los más pequeños son tan graciosos que es inevitable, muchas veces la lían demasiado, pero yo no sé regañarles o por lo menos no me sale bien. Cada día sales de allí mentalmente con las pilas cargadas y físicamente muerto. El cariño que coges a esos niños en tan pocos días es difícil de explicar. La tarde la pasé por el centro paseando y fui a comprar un balón que les prometí.

Otro día fuimos de compras, ya que teníamos que comprar libros, cuadernos y demás material para Sarah y Leticia (las dos chicas que acoge Wisdom). También teníamos que ir a comprar un ordenador para una de las escuelas, cosa que me llamaba mucho a atención, cómo sería el buscar aquí un ordenador y sobre todo teniendo un presupuesto tan limitado.

Visitamos una aldea muy humilde, te vas de allí pensando la suerte que tenemos de haber nacido donde hemos nacido y lo poco agradecido que estamos de ello, quizá porque no hayamos visto otra cosa, otras costumbres, otras formas de vida, siempre lo digo y lo diré, viajar te abre los ojos, la mente y te hace ver la auténtica realidad. Viajar es un continuo aprendizaje de cómo es la vida.

El último día, tenía una sorpresa para los niños que les prometí que haríamos en el recreo. Me traje un disfraz hinchable de dinosaurio (casi 3 metros de disfraz) por lo que me lo puse y salí al patio con ellos, fue una auténtica pasada ver como corrían asustados porque les perseguía un dinosaurio, cuando ya acabaron con mi energía decimos marchar para emprender rumbo a Accra. Da mucha pena despedirse de ellos, solo he estado unos días con ellos pero se les coge mucho cariño.

Vuelves a casa con una satisfacción indescriptible, una sensación agridulce porque parte de ti se quiere seguir quedando unos días más, pero en fin, la vida sigue y uno tiene que volver a sus labores. En resumen, ha sido una experiencia increíble, difícilmente superable, que la voy a recordar toda la vida. Allí dejo una pequeña familia por unas semanas que espero poder verlos pronto.

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