En Ghana nunca estás sola.
Han pasado dos semanas desde que volví de Ghana y aún no lo asimilo. Todavía tengo la impresión de que en cualquier momento cogeré un taxi y apareceré en Koforidua para reunirme con mi “familia” y comenzar una vez más mi rutina vespertina: jugaré con Nana, pintaré con Raymond, cenaré uno de los deliciosos platos de Kate, veremos la telenovela india toda la familia… si cierro los ojos aún estoy allí: siento el sol, el aire cálido; oigo la música, el ruido del tráfico y toda Gh